LA BIBLIA ES EL LIBRO QUE CONTIENE LA memoria de los judíos y los cristianos. Conserva los recuerdos que nos identifican y que modelan en gran medida nuestro modo de experimentar el presente. Pero la Biblia no es en ningún caso un libro cerrado de sucesos pretéritos. Cuando se concibe como una crónica concluida susceptible solamente de ser referida y recopilada, se le traiciona y se pervierte su dinámica. Los recuerdos de la Biblia no se orientan al pasado sino que miran hacia el futuro. Los temas centrales de las Escrituras se encaminan en dirección al futuro porque el Dios de la Biblia nos ha hecho una serie de promesas que seguro que va a cumplir. Dios se orienta hacia el futuro, es decir, está más interesado en las promesas que quedan por cumplir que en lo que ya ha sucedido.
Las promesas que ha hecho Dios (y de las cuales está pendiente para que lleguen a cumplirse) no nos permiten fantasear o desear todo lo que se nos ocurra. Nuestro pasado no puede ser fijado y medido, porque se precipita hacia el futuro. Nuestro futuro no puede ser indisciplinado y romántico, porque el pasado determina la forma del porvenir y la dirección de lo que esperamos de Dios. La Biblia presenta una delicada interacción entre el pasado y el futuro: el futuro potencia el pasado y el pasado disciplina y modela el futuro.
La comunidad bíblica creyente está invitada a vivir entre tales recuerdos y esperanzas, que interactúan entre sí. Cuando nuestros recuerdos son separados de nuestras esperanzas, éstas se convierten en algo fijo y establecido y ya no nos comunican nada. Cuando nuestras esperanzas son separadas de nuestros recuerdos, se vuelven incontrolables, egoístas e irreales. La Biblia se orienta hacia el futuro y por eso afirmamos que esperamos más. Pero el porvenir se asemejará a los actos pasados de Dios y por eso decimos que lo que venga será igual que lo que había antes. Dios es fiel, y por eso esperamos que actúe en consonancia con sus acciones anteriores. Sostenemos que, en el futuro, Dios hará las mismas cosas que hizo en el pasado. Así, para saber cómo procederá Dios mañana, debemos prestar atención a los actos pretéritos a los cuales la comunidad creyente ha otorgado un valor especial.
La Biblia es un libro sobre el futuro, sobre las promesas de Dios. Se trata, sin embargo, de un futuro particular arraigado en las promesas que el Señor ha hecho a su pueblo. En un momento en que proliferan futurólogos y adivinos que intentan descifrar el porvenir e incluso hacer predicciones basadas en principios científicos, nosotros estudiamos las acciones características de Dios para saber qué podemos esperar que haga. Los principales datos de que disponemos en relación con el futuro no tienen nada que ver con nuestros recursos, políticas o programas, sino más bien con quién es Dios y cómo actúa.
La acción más poderosa y decisiva de Dios en el pasado de Israel es el éxodo. En el exilio, Dios también actuó.
La acción más poderosa y decisiva de Dios en el pasado de Israel es el éxodo. En el exilio, Dios también actuó.
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