
La traición, violación, tortura, asesinato y descuartizamiento de una mujer anónima forman parte de una historia que quisiéramos olvidar, pero que estamos obligados a contar porque describe los horrores, la brutalidad y el triunfalismo del poder masculino, la indefensión, el abuso y la aniquilación de que son objeto las mujeres. Escuchar esta historia es habitar un mundo de terror inexorable que nos impide pasar del otro lado. Como parte del final del libro de los Jueces, este relato refleja una época sin líderes, Dios se manifestaba escasamente y el caos reinaba entre las tribus israelitas. Repetidamente, el editopr deuteronomista del libro caracteriza este periodo con la frase "en aquellos días no había rey en Israel" (Jue 17.6a; 18.1a; 19.1a; 21.25a). Lo que realmente importaba era que "cada hombre (ish) hacía lo que mejor le parecía" (Jue 17.6b; 21.25b). Semejante anarquía produjo violencia y venganza, como lo muestran ampliamente los relatos sobre la tribu de Bemjamín (caps. 19-21).
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