domingo, 11 de octubre de 2009

Ley, sacerdocio y profecía en el Antiguo Testamento, Bruce Vawter

27 de septiembre de 2009

A PESAR DE QUE ALGUNOS PROFETAS (POR ejemplo, Jeremías, Ezequiel) eran ciertamente sacerdotes, se ha mantenido mucho tiempo en determinados círculos críticos la convicción de que profetismo y sacerdocio eran opuestos en algún sentido, al menos durante el periodo pre-exílico. (Siempre se vio claro que la profecía exílica y posexílica prestaba atención al culto y a la ley sacerdotal, pero esta atención se explicaba por el énfasis que el judaísmo posterior puso en estas insti-tuciones.) ¿Hay razón para afirmar que la tradición profética pre-exílica era rival de la tradición sacerdotal, canonizada finalmente en la ley escrita de Moisés, durante y después del exilio?
En Israel se distinguió siempre cuidadosamente entre las funciones del sacerdote y las del profeta; sin embargo, estas funciones eran coincidentes en parte. Jr 18.18 habla de la "ley" (torá) del sacerdote, del "consejo" (lésá) del sabio y de la "palabra" (dabár) del profeta. Estas tres categorías transmitían sus enseñanzas en formas diferentes —el sacerdote mediante una tradición institucional, el sabio según una tradición profesional, el profeta en una proclamación carismática—, pero sabían indudablemente que estaban persi-guiendo, cada cual a su manera, un objetivo común. Cuando los profetas condenaban al sacerdocio, cosa que hicieron muchas veces, no era por lo que enseñaban los sacerdotes, sino por lo que dejaban de enseñar, porque habían rechazado el conocimiento y habían ignorado la ley (torá) de Dios (Os 4.6). En este mismo espíritu se condenaba también a los "falsos" profetas, no para rechazar el concepto de profecía, sino una perversión de ella.
La oposición entre profetismo y sacerdocio se exageró debido a varios factores. Entre ellos figuraba la convicción, hoy considerablemente corregida, de que la ley significaba un desarrollo relativamente tardío en Israel, signo del triunfo de una religión formalista sobre otra actitud más espiritual. Otro factor era la perspectiva incorrecta en que la religión de los profetas era enfocada en relación con la religión "oficial" de Israel. Es cierto, desde luego, que siempre hubo alguna diferencia entre las actitudes e intereses de la religión profética y la sacerdotal, pero se tra-taba de actitudes, no de religiones diferentes. En definitiva, el sacerdocio llevaba a cabo la misma labor, o parte de la misma labor que la profecía, es decir, transmitía la voluntad moral del Dios de Israel. El sacerdocio lo hacía mediante la transmisión de una ley religiosa conservada en los santua-rios; los profetas cumplían su tarea comunicando la palabra viva. En principio, ésta no intentaba oponerse a la primera. […] Am 3.2 expresa la idea de la elección con la misma mentalidad […] de Dt 14.2. La descripción que hace Amós del éxodo, de la peregrinación por el desierto y de su significado empalma perfectamente con Ex 20.2. […]
El AT se transmitió a través de diferen-tes corrientes de tradición, que frecuen-temente se han influido entre sí, pero sin llegar a asimilarse. La tradición profética no ha de ensalzarse a expensas de minimizar otras tradiciones que estaban al servicio de sus propias verdades y según el método que les era peculiar, completando la verdad de cada una sin necesidad de contradecirlas.

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