22 de febrero de 2009
Es necesario tener un cierto cuidado con las teologías que andan por nuestros espacios eclesiales. Muchas funcionan como una antiteología. No hablan de Dios, sino de un anti-Dios. Por eso podemos decir que toda teología cumple algún papel social en la organización social. No existe una teología neutra por más intentos que hagamos en construirla. Toda la teología habla a partir de su propio lugar social. ¿Cuál es la función social de la teología? ¿Cuál es su mensaje? ¿Quién es el sujeto que está detrás de su construcción? ¿Qué intereses defienden? Estas son algunas preguntas que no podemos dejar perdidas en nuestras cabezas sin correr el riesgo de andar por caminos de antiteología. A fin de cuentas en Job, ¡Dios y el sufrimiento no son contradictorios! Así, es inapropiado leer a Job como si fueses una teología apocalíptica, convencidos de que el presente se desarrolla bajo el signo de la tribulación y del desasosiego, demoliendo lo existente para en su lugar, construir una nueva y perfecta orden de relaciones y, finalmente, instaurar una alegría sin fin. Por eso, debemos leer a Job como si fuese una teología de la historia humana, es decir, Job permanece en la historia y busca, insistentemente, no la eliminación catártica pura y simple del dolor, sino fundamentalmente su interpretación teológica.
Siguiendo la teología de la retribución, los maestros y doctores de la religión pedían paciencia a los justos que estaban sufriendo. Los sufrimientos eran pasajeros y su fidelidad y paciencia serían recompensadas al final de todo. De esta manera se pasa a colocar a Dios en los cielos con el objetivo primero de vigilar para retribuir a cada uno de acuerdo con la ley. Por lo tanto, en los moldes de la teología de la retribución, era inconcebible pensar en un Job pobre y miserable que simultáneamente fuera justo e íntegro. De esta manera, la situación concreta de una persona, es decir, su prosperidad o su desgracia se entendían como indicadores de su práctica. Y de sus acciones. Pensando así es significativo el hecho de que el libro de Job esté dentro del canon, ¡ya que es un texto que representa una crítica a la sabiduría tradicional y a la teología teórica de su tiempo!
Nos encontramos frente a una nueva tesis: no todo mal es el castigo por una falta cometida. También puede sufrir el justo. De hecho, el libro de Job quiere mostrar que el sufrimiento del justo no es una realidad escandalosa. ¿Acaso no es verdad que muchas veces la historia humana está atravesada por el clamor del justo victimado y del inocente que sufre? También, ¿no es verdad que la historia humana frecuentemente se instaura como un campo de dominación de los malos y de los violentos?
Siguiendo la teología de la retribución, los maestros y doctores de la religión pedían paciencia a los justos que estaban sufriendo. Los sufrimientos eran pasajeros y su fidelidad y paciencia serían recompensadas al final de todo. De esta manera se pasa a colocar a Dios en los cielos con el objetivo primero de vigilar para retribuir a cada uno de acuerdo con la ley. Por lo tanto, en los moldes de la teología de la retribución, era inconcebible pensar en un Job pobre y miserable que simultáneamente fuera justo e íntegro. De esta manera, la situación concreta de una persona, es decir, su prosperidad o su desgracia se entendían como indicadores de su práctica. Y de sus acciones. Pensando así es significativo el hecho de que el libro de Job esté dentro del canon, ¡ya que es un texto que representa una crítica a la sabiduría tradicional y a la teología teórica de su tiempo!
Nos encontramos frente a una nueva tesis: no todo mal es el castigo por una falta cometida. También puede sufrir el justo. De hecho, el libro de Job quiere mostrar que el sufrimiento del justo no es una realidad escandalosa. ¿Acaso no es verdad que muchas veces la historia humana está atravesada por el clamor del justo victimado y del inocente que sufre? También, ¿no es verdad que la historia humana frecuentemente se instaura como un campo de dominación de los malos y de los violentos?
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