"Hermanas y hermanos, ¿qué tenemos que hacer?" (Hch 2:37b)
2009 comenzó con la grave preocupación por la catastrófica situación económica del mundo de la riqueza. Hacia fines de 2008, en medio de una vida que para muchos se presentaba sin problemas, de repente salieron a la luz desastrosas dificultades económicas y financieras. Fue algo parecido a lo que ocurrió el primer Pentecostés de la era cristiana, cuando todo parecía ir bien para los creyentes de la época. Muchos habían hecho la
acostumbrada peregrinación a Jerusalén para celebrar la fiesta. Llegaron en gran número con la buena intención de rendir culto como siempre. Después, cuando, como una impetuosa ráfaga de viento, descendió sobre los discípulos el Espíritu Santo que los llenó con su plenitud y los indujo a "hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse", los peregrinos quedaron estupefactos y asombrados: "¿Cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?" (Hch 2:1-13).
Fue esta una experiencia extraordinaria y abrumadora para los peregrinos llegados de todas las partes del mundo. Pedro, completamente transformado y valiente, ofreció respuestas claras a las preguntas en forma de una invitación a cambiar su corazón y su comportamiento. (Hch 2:14-36). Después del conmovedor discurso de Pedro, se estremecieron profundamente los corazones de los peregrinos y preguntaron: "Hermanas y hermanos, ¿qué tenemos que hacer? Esta respuesta fue el comienzo del arrepentimiento, de la metanoia, esa transformación profunda de la persona que le mueve a actuar de una forma nueva. Pedro respondió a sus preguntas diciendo: "Arrepentíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para el perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo". (Hch 2:38).
El arrepentimiento puede venir solamente después de que se reconoce haber actuado mal y haberse comportado mal. Muchos de los que ostentan cargos en el mundo de hoy deben reconocer que han sido insensatos en la gestión de los recursos de nuestro planeta: los ricos se hacen siempre algo más ricos, en detrimento de los pobres que viven en la profunda pobreza; las personas empobrecidas, dada su condición, no tienen poder para decir no a lo que se les impone.
Tanto en África como en Asia o en cualquier otro continente, la situación es en todas partes la misma. Frente a esto, la pregunta más acuciante sigue siendo hoy: "Hermanas y hermanos, ¿qué tenemos que hacer?". Y una vez más la palabra de Dios nos da una respuesta mejor que cualquier otra: "Arrepentíos".
La conversión en el mundo de hoy implicará que: Los gestores de las empresas reconozcan sus errores, los confiesen públicamente y los reparen. Todos nosotros, que somos responsables de la degradación del ecosistema, enmendemos nuestros modos de actuar y nos esforcemos por reducir toda forma de contaminación. Se estimule a quienes instigan a la violencia a que sean moderados y tolerantes, en consonancia con nuestra oración pidiendo que el "Decenio para Superar la Violencia", que está llegando a su fin, no se haya celebrado sin que deje un impacto en nosotros. La conversión, proclamada por Cristo y reiterada firmemente en Pentecostés, es una fuerza para nuestra transformación espiritual, para el cambio y para la renovación. Los seres humanos deben tratar de reconciliarse consigo mismos, con los demás y con el medio ambiente, al tiempo que las iglesias también deben seguir buscando la reconciliación. Es éste el desafío de nuestro evangelio de reconciliación, que se replantea una vez más este año, 2009, Año Internacional de la Reconciliación proclamado por las Naciones Unidas.
Que todos encontremos la fortaleza y la voluntad para dar un nuevo significado a la afirmación, "¡Si, podemos!" Todo es posible para quienes creen. Que el Señor nos bendiga y les deseamos a todos una feliz fiesta de Pentecostés.
La conversión en el mundo de hoy implicará que: Los gestores de las empresas reconozcan sus errores, los confiesen públicamente y los reparen. Todos nosotros, que somos responsables de la degradación del ecosistema, enmendemos nuestros modos de actuar y nos esforcemos por reducir toda forma de contaminación. Se estimule a quienes instigan a la violencia a que sean moderados y tolerantes, en consonancia con nuestra oración pidiendo que el "Decenio para Superar la Violencia", que está llegando a su fin, no se haya celebrado sin que deje un impacto en nosotros. La conversión, proclamada por Cristo y reiterada firmemente en Pentecostés, es una fuerza para nuestra transformación espiritual, para el cambio y para la renovación. Los seres humanos deben tratar de reconciliarse consigo mismos, con los demás y con el medio ambiente, al tiempo que las iglesias también deben seguir buscando la reconciliación. Es éste el desafío de nuestro evangelio de reconciliación, que se replantea una vez más este año, 2009, Año Internacional de la Reconciliación proclamado por las Naciones Unidas.
Que todos encontremos la fortaleza y la voluntad para dar un nuevo significado a la afirmación, "¡Si, podemos!" Todo es posible para quienes creen. Que el Señor nos bendiga y les deseamos a todos una feliz fiesta de Pentecostés.
Presidentes del Consejo Mundial de Iglesias
Arzobispo Dr. Anastasiosde Tirana y de Toda Albania, Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania
Sr. John Taroanui Doom, Iglesia Protestante Maohi (Polinesia Francesa)
Rev. Dr. Simon Dossou, Iglesia Metodista en Benín
Rev. Dr. Soritua Nababan, Iglesia Cristiana Protestante Batak (Indonesia)
Revda. Dra. Ofelia Ortega, Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba
Patriarca Abune Paulos, Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía
Revda. Dr.Bernice Powell Jackson, Iglesia Unida de Cristo (EE.UU.)
Dra. Mary Tanner, Iglesia de Inglaterra
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