ORDEN DE CULTO
· Llamamiento a la adoración: Salmo 24
· Himno “El mundo es de mi Dios” (67)
· Oración de ofrecimiento
· Oración de confesión:
Venimos ante ti, Señor, lleno de gracia y misericordia, con el corazón abierto, a expresar el dolor por las faltas cometidas. Reconocemos que hemos fallado, que hemos dejado de hacer tu voluntad, pero deseamos corregir el camino y estar en paz contigo a través de tu Hijo Jesucristo, abogado y defensor nuestro. Líbranos de nuestras maldades y orienta nuestra vida con el Espíritu que has puesto en nosotros. Amén.
· Lectura del Antiguo Testamento: Salmo 18.20-42
· Lectura del Nuevo Testamento: Romanos 8.18-25
· Reflexión: EL CUIDADO PERMANENTE DE DIOS
Este salmo aparece también en 2 S. 22:1 y ss. Esa fue su primera edición. Aquí lo tenemos revisado y reavivado, con pequeñas alteraciones, y a propósito para el uso litúrgico. Es un salmo de acción de gracias por las muchas liberaciones que Dios había otorgado a David. La poesía es de fino estilo; las imágenes, atrevidas; las expresiones, elevadas. y cada palabra es apropiada y llena de sentido; con todo, la piedad sobrepasa con mucho a la calidad literaria del poema (en efecto, como poema métrico —3 más 3— aparece en la Biblia Hebrea, mientras que en 2 S. 22, está en prosa, como puede verse por la acentuación. (Nota del traductor). Todos los sentimientos santos y puros tienen aquí su expresión en alto vuelo: fe, amor, gozo, esperanza, alabanza, etcétera. {...}
Versículos 20-28
1. David, ya consolado, reflexiona sobre su integridad personal y se regocija en el testimonio de su conciencia de que se ha comportado con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal (2 Co. 1:12). Sus liberaciones lo evidenciaban, y éste era el gran consuelo que sacaba de ellas, pues testificaban de su inocencia ante los hombres y le exoneraban de los crímenes de que era acusado falsamente. Esto es lo que él llama «retribución conforme a su justicia» (vv. 20, 24). Con gran satisfacción recuerda aquí él este testimonio de su conciencia (Bb. 21,23). Aun cuando seamos conscientes de más de un tropezón y de algunos malos pasos dados, si nos recuperamos par media del arrepentimiento y continuamos por el camino del deber, no nos será computado como un apartamento de Dios, puesto que no ha sido un apartamento malicioso. David había conservado su vista fija en la norma de los mandamientos de Dios (v. 22): «Pues todos sus preceptos (lit. juicios) estuvieron delante de mí».
2. Toma de aquí ocasión para sentar las normas del gobierno y del juicio de Dios, a fin de que conozcamos no sólo lo que Dios espera de nosotros, sino también lo que nosotras podemos esperar de él (vv. 25,26). Los que se muestran misericordiosos con el prójimo, hallarán misericordia con Dios (Mt. 5:7). Dondequiera encuentra Dios un hombre recta, hallará éste un justo Dios.
3. De ahí toma ocasión David para consolar a las humildes (v. 27): «Porque tú salvas a la gente humilde, que es perjudicada y lo soporta con paciencia, pero humillas los ojos altivos, los de quienes piensan de sí mismos altamente (comp. Ro. 12:3) y miran a los demás por encima del hombro, coma suele decirse, menospreciando a los pobres y piadosos (V. también Lc. 1:51-54). También toma David ocasión para animarse a si mismo (v. 28): «Tú encenderás mí lámpara, me conservarás la vida y me protegerás de mis enemigas, Yahweh mí Dios alumbrará mis tinieblas (comp. con 27:1), de forma que no me sorprenda la muerte y pueda así yo seguir teniendo oportunidades de servirte a ti y a los intereses de tu reino en media de los hombres.
1. David, ya consolado, reflexiona sobre su integridad personal y se regocija en el testimonio de su conciencia de que se ha comportado con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal (2 Co. 1:12). Sus liberaciones lo evidenciaban, y éste era el gran consuelo que sacaba de ellas, pues testificaban de su inocencia ante los hombres y le exoneraban de los crímenes de que era acusado falsamente. Esto es lo que él llama «retribución conforme a su justicia» (vv. 20, 24). Con gran satisfacción recuerda aquí él este testimonio de su conciencia (Bb. 21,23). Aun cuando seamos conscientes de más de un tropezón y de algunos malos pasos dados, si nos recuperamos par media del arrepentimiento y continuamos por el camino del deber, no nos será computado como un apartamento de Dios, puesto que no ha sido un apartamento malicioso. David había conservado su vista fija en la norma de los mandamientos de Dios (v. 22): «Pues todos sus preceptos (lit. juicios) estuvieron delante de mí».
2. Toma de aquí ocasión para sentar las normas del gobierno y del juicio de Dios, a fin de que conozcamos no sólo lo que Dios espera de nosotros, sino también lo que nosotras podemos esperar de él (vv. 25,26). Los que se muestran misericordiosos con el prójimo, hallarán misericordia con Dios (Mt. 5:7). Dondequiera encuentra Dios un hombre recta, hallará éste un justo Dios.
3. De ahí toma ocasión David para consolar a las humildes (v. 27): «Porque tú salvas a la gente humilde, que es perjudicada y lo soporta con paciencia, pero humillas los ojos altivos, los de quienes piensan de sí mismos altamente (comp. Ro. 12:3) y miran a los demás por encima del hombro, coma suele decirse, menospreciando a los pobres y piadosos (V. también Lc. 1:51-54). También toma David ocasión para animarse a si mismo (v. 28): «Tú encenderás mí lámpara, me conservarás la vida y me protegerás de mis enemigas, Yahweh mí Dios alumbrará mis tinieblas (comp. con 27:1), de forma que no me sorprenda la muerte y pueda así yo seguir teniendo oportunidades de servirte a ti y a los intereses de tu reino en media de los hombres.
Versículos 29-50
1. David vuelve la vista atrás con gratitud, para recordar las grandes cosas que Dios había hecho por él. Cuando nos ponemos a alabar a Dios par algún favor, hemos de aprovechar la ocasión para considerar los muchos otros favores con que Dios nos ha rodeado durante toda nuestra vida. Muchas eran las circunstancias que habían contribuido al progreso de David, y él reconoce la mano de Dios en todas ellas, a fin de enseñarnos a que hagamos lo mismo.
(A) Dios le había dado pericia y talento en los asuntos militares, para los que no había sido criado, ya que su vida era pastoril, y sus habilidades e inclinaciones estaban orientadas hacia la poesía, la música y la vida contemplativa (v. 34): «Quien adiestra mis manos para la batalla»
(B) Dios le había dada fuerzas físicas para arrostrar las tareas y fatigas de la guerra (vv. 32,39): «Dios es el que me ciñe de poder», «me ceñiste de fuerzas para la pelea», de forma que podía entesar bien un arco de bronce (v. 34). Cuando Dios destina a una persona para un servicia determinado, también la equipa bien para dicho servicio.
(C) También le había concedido Dios gran agilidad, no para huir de sus enemigos, sino para caer sobre ellos (vv. 33, 36): «Quien hace mis pies como de ciervas», «Ensanchaste el camino debajo de mis pasos», equivalente a «Alargaste mis pasos debajo de mí», en lo que es de considerar que, mientras que los que alargan demasiado los pasos corren el peligro de pisar mal, los pies de David no habían resbalado (v. 36b).
(D) Dios le había dada gran valentía. Aunque delante de él acampasen ejércitos, no se echaba para atrás, sino que los desbarataba; ni los muros le detenían, pues con su Dios estaba dispuesto a asaltarlos (v. 29); y, una vez en lo alto, Dios le sostenía en pie (v. 33b).
(E) Dios le había protegido y guardado a salvo en media de los mayores peligros (v. 35):«Me diste asimismo el escudo de tu salvación. Así fue librado de las contiendas del pueblo (v. 43) y, en especial, del varón violento (v. 48), aludiendo sin duda a Saúl, que más de una vez le arrojó la jabalina.
(F) Dios le había prosperado en todas sus cosas (vv. 32, 35): «Quien hace perfecto mi camino», «Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido». Mientras que los que son abandonados por Dios, pronto son vencidos (v. 42), los que son favorecidos por Dios, son elevados por encima de los que se levantan contra ellos (v. 48).
(G) Dios le había llevado hasta el trono, y no solo le había protegido y le había conservado con vida, sino que le había hecho grande y respetable (v. 43): «Me has hecho cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve».
2. David dirige también sus ojos hacia arriba en humilde y reverente adoración a la gloria y a las perfecciones de Dios. Se esfuerza, en sus alabanzas, por engrandecer a Dios, por bendecirle y exaltarle (v. 46). Le da honor.
(A) Como al Dios viviente (v. 46): «Vive Yahweh» (traducción más probable). Los dioses de los paganos eran dioses muertos, pero el Dios verdadero vive para siempre y no dejará de proteger a quienes confían en el; más aún, porque él vive, también ellos vivirán, pues él es la vida de ellos.
(B) Como al Dios perfecto en todo. No sólo es perfecto en su persona, sino también en todo lo que hace (v. 30): «En cuanto a Dios, perfecto es su camino». Lo que Dios comienza a edificar, también tiene poder para concluir (Fil. 1:6).
(C) Como al Dios fiel: «Y acrisolada la palabra de Yahweh» (v. 30), esto es, sus promesas se cumplen plena y puntualmente (comp. 12:7; 19:8; 119:140). David lo había experimentado bien en muchas ocasiones y lo menciona aquí, pues la misma que ponía dulzura en la Providencia, ponía honor en la promesa.
(D) Como al protector y defensor de su pueblo. Así lo había sido para David mismo (v. 46): «¡Bendita sea mi roca, y enaltecido sea el Dios de mi salvación! Con su poder y gracia soy salvo; pero no sólo yo: Escudo es a todos los que en el se refugian (v. 30. Lit.); a todos los resguarda y protege, pues quiere y puede hacerlo.
1. David vuelve la vista atrás con gratitud, para recordar las grandes cosas que Dios había hecho por él. Cuando nos ponemos a alabar a Dios par algún favor, hemos de aprovechar la ocasión para considerar los muchos otros favores con que Dios nos ha rodeado durante toda nuestra vida. Muchas eran las circunstancias que habían contribuido al progreso de David, y él reconoce la mano de Dios en todas ellas, a fin de enseñarnos a que hagamos lo mismo.
(A) Dios le había dado pericia y talento en los asuntos militares, para los que no había sido criado, ya que su vida era pastoril, y sus habilidades e inclinaciones estaban orientadas hacia la poesía, la música y la vida contemplativa (v. 34): «Quien adiestra mis manos para la batalla»
(B) Dios le había dada fuerzas físicas para arrostrar las tareas y fatigas de la guerra (vv. 32,39): «Dios es el que me ciñe de poder», «me ceñiste de fuerzas para la pelea», de forma que podía entesar bien un arco de bronce (v. 34). Cuando Dios destina a una persona para un servicia determinado, también la equipa bien para dicho servicio.
(C) También le había concedido Dios gran agilidad, no para huir de sus enemigos, sino para caer sobre ellos (vv. 33, 36): «Quien hace mis pies como de ciervas», «Ensanchaste el camino debajo de mis pasos», equivalente a «Alargaste mis pasos debajo de mí», en lo que es de considerar que, mientras que los que alargan demasiado los pasos corren el peligro de pisar mal, los pies de David no habían resbalado (v. 36b).
(D) Dios le había dada gran valentía. Aunque delante de él acampasen ejércitos, no se echaba para atrás, sino que los desbarataba; ni los muros le detenían, pues con su Dios estaba dispuesto a asaltarlos (v. 29); y, una vez en lo alto, Dios le sostenía en pie (v. 33b).
(E) Dios le había protegido y guardado a salvo en media de los mayores peligros (v. 35):«Me diste asimismo el escudo de tu salvación. Así fue librado de las contiendas del pueblo (v. 43) y, en especial, del varón violento (v. 48), aludiendo sin duda a Saúl, que más de una vez le arrojó la jabalina.
(F) Dios le había prosperado en todas sus cosas (vv. 32, 35): «Quien hace perfecto mi camino», «Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido». Mientras que los que son abandonados por Dios, pronto son vencidos (v. 42), los que son favorecidos por Dios, son elevados por encima de los que se levantan contra ellos (v. 48).
(G) Dios le había llevado hasta el trono, y no solo le había protegido y le había conservado con vida, sino que le había hecho grande y respetable (v. 43): «Me has hecho cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve».
2. David dirige también sus ojos hacia arriba en humilde y reverente adoración a la gloria y a las perfecciones de Dios. Se esfuerza, en sus alabanzas, por engrandecer a Dios, por bendecirle y exaltarle (v. 46). Le da honor.
(A) Como al Dios viviente (v. 46): «Vive Yahweh» (traducción más probable). Los dioses de los paganos eran dioses muertos, pero el Dios verdadero vive para siempre y no dejará de proteger a quienes confían en el; más aún, porque él vive, también ellos vivirán, pues él es la vida de ellos.
(B) Como al Dios perfecto en todo. No sólo es perfecto en su persona, sino también en todo lo que hace (v. 30): «En cuanto a Dios, perfecto es su camino». Lo que Dios comienza a edificar, también tiene poder para concluir (Fil. 1:6).
(C) Como al Dios fiel: «Y acrisolada la palabra de Yahweh» (v. 30), esto es, sus promesas se cumplen plena y puntualmente (comp. 12:7; 19:8; 119:140). David lo había experimentado bien en muchas ocasiones y lo menciona aquí, pues la misma que ponía dulzura en la Providencia, ponía honor en la promesa.
(D) Como al protector y defensor de su pueblo. Así lo había sido para David mismo (v. 46): «¡Bendita sea mi roca, y enaltecido sea el Dios de mi salvación! Con su poder y gracia soy salvo; pero no sólo yo: Escudo es a todos los que en el se refugian (v. 30. Lit.); a todos los resguarda y protege, pues quiere y puede hacerlo.
3. David mira asimismo hacia adelante con esperanza segura de que Dios seguirá haciéndole bien. Espera que sus enemigos serán completamente subyugados (v. 44, donde los verbos hebreos están en imperfecta —futuro—, pero su mejor traducción es en presente continuativo. Nota del traductor). David termina el salmo lleno de agradecimiento (v. 49), con la esperanza segura de que las victorias que le concede a él y las bendiciones que le otorga se extenderán también a su descendencia para siempre (v. 50), incluido el Ungido por antonomasia, el «Hijo de David». Dice Arconada: «El final del salmo hace ver que en el ánimo agradecido del poeta estaba presente la profecía de Natán, cuyas mismas palabras emplea (2 Sam. 7:15-16)».
· Oración de gratitud
· Himno “Nuestra fortaleza, nuestra protección” (661)
· Bendición:
El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz (Números 6.24-26)
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