lunes, 29 de diciembre de 2008

Navidad y vida cotidiana según los Evangelios, L. Cervantes-Ortiz

21 de diciembre de 2008

1. Navidad, cotidianidad e historia
Según se aprecia en los evangelios, especialmente en Mateo y Lucas, la historia del nacimiento de Jesús fue una auténtica “invasión divina de la cotidianidad humana”, pues los acontecimientos maravillosos y sobrenaturales que aparecen narrados allí acompañan la intervención divina en la historia para dotarla de nuevos significados. Porque hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo para percibir cómo, en medio de los sucesos de todos los días se fueron sumando acontecimientos inauditos en la vida de personas sencillas, sin mayores aspiraciones. Obviamente, en los recuentos anuales de esta historia, el primer lugar se lo lleva María, pero Mateo y Lucas también incluyen a otros personajes dominados por una expectativa mesiánica apenas disimulada, debido a la cual su trato con lo sagrado viene a resultar casi normal o natural. De ahí que tratar de comprender la forma en que los autores de los evangelios se acercaron a esos instantes de vida cotidiana para ponerles, por decirlo así, una enorme lupa teológica, nos representa un esfuerzo por captar cómo Dios buscó que sus acciones redentoras no estuvieran más allá de la existencia humana auténtica.
En este sentido, Galilea y Nazaret no eran los lugares “ideales” para la manifestación del inicio de la encarnación de Dios en la historia. Porque estas narraciones obligan a prestar tanta atención al ambiente o escenario como a su contenido o mensaje. Como comenta Pablo Andiñach, sobre la extrañeza del relato de Lucas:

Varios son los elementos que señalan la extrañeza del relato. Por un lado la ubicación del evento en Nazaret, una localidad pequeña y sin historia en Galilea. Más que ciudad era una aldea sin importancia y que nunca había sido mencionada en el Antiguo Testamento. Además debemos resaltar que era de Galilea, lugar de donde no se esperaba nada significativo para la historia religiosa de Israel. En la tradición bíblica Galilea era la zona de los samaritanos con los que los judíos (los de Judea) estaban enemistados desde hacía varios siglos y con quienes no tenían ningún vínculo social ni afectivo. Por el contrario, se marginaban mutuamente. Nazaret no era una localidad samaritana pero estaba en pleno corazón de aquel territorio.
Galilea había sido el lugar desde donde cada algunos años se producían levantamientos populares de rechazo a los romanos. Como estaba lejos de la capital Jerusalén era más difícil controlarla y era por allí que los líderes judíos -zelotas, sacerdotes radicalizados, nacionalistas, etc., cada tanto se levantaban contra el poder instalado en Jerusalén. De modo que ubicar a María en esa región era un signo contradictorio pues pocos esperaban que el Mesías pudiera surgir de esa zona.[1]

La lectura entre líneas de este pasaje muestra que las raíces raciales y culturales de Jesús no solamente no serían las predominantes en el sentido socioeconómico, sino que además la orientación del plan divino estaba siguiendo caminos poco predecibles según las inclinaciones normativas de tradición. Galilea era, en otras palabras, un espacio geográfico de resistencia ante los embates del imperio.

2. Las mujeres, portadora doble del mensaje de salvación
En la historia del nacimiento de Jesús se lleva a cabo también un proyecto reivindicativo de sectores sociales tradicionalmente humillados. Si hoy se percibe y promueve que la Navidad es una época básicamente dirigida a los niños, en su momento resultaba impensable que precisamente ellos/as, las mujeres, los ancianos, pastores, campesinos, siervos o personas de las más bajas esferas sociales pudieran ser portadoras o siquiera pudieran entender los planes de Dios. Se creía, sin ningún rubor, que la falta de educación religiosa era un factor adverso para la comprensión de las verdades sagradas. Se condenaba a las personas a la pasividad y al control permanente por parte de los liderazgos “especializados”. El acceso a la religión establecida estaba vedado para los grupos marginales de la población. En América Latina sólo hay tres países declarados libres de analfabetismo: Cuba, Bolivia (esta semana fue anunciado su logro:
Con tres años de formidable movilización social, aunada a la voluntad política de un indígena que quería ser presidente para alfabetizar Bolivia y a la solidaridad de los gobiernos y pueblos de Cuba y Venezuela, se logró la hazaña: este sábado, el segundo país más pobre de América después de Haití será declarado libre de analfabetismo. Se convertirá en el tercero que haya logrado vencerlo en América Latina, luego de Cuba, que lo hizo en 1961, y Venezuela, con apoyo cubano, en 2005. Las cifras: 819 mil 417 personas alfabetizadas de un universo de 824 mil 101 iletrados detectados (99.5 por ciento); 28 mil 424 puntos de alfabetización creados en los nueve departamentos de Bolivia; 130 asesores cubanos y 47 venezolanos que capacitaron a 46 mil 457 facilitadores y 4 mil 810 supervisores bolivianos en la aplicación del método audiovisual cubano Yo sí puedo. Y algo más: aquí el analfabetismo tenía “cara de mujer”, dado que más de 85 por ciento de los alfabetizados fueron del género femenino. Rosa Rojas, “Bolivia, tercer país de AL libre de analfabetismo”, en La Jornada, 20 de diciembre de 2008) y Venezuela, en pleno siglo XXI (y luego de propuestas tan notables para la alfabetización como las del brasileño Paulo Freire), cuando los estándares educativos se manejan de otra manera en los diversos organismos internacionales: habilidades verbales, matemáticas y de análisis.
Este carácter de iletrados (es decir, aquellos ajenos a la letra, apegados sobre todo a la tradición oral: México, hasta los ochentas, aún estaba en rangos del 92% de alfabetización) hacía que nuestros personajes navideños fueran más bien candidatos para ser alumnos del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Zacarías, María, Elizabeth y, por supuesto, los pastores y campesinos, todos eran iletrados. (Si se aplicaran esos criterios para la educación bíblica, cristiana y teológica en las iglesias, quién sabe que promedios se estarían manejando…)
A la vez es llamativo que la revelación se produjera a una mujer. Si bien en el Antiguo Testamento hay muchos ejemplos de Dios revelándose a mujeres, es sabido que en tiempos del Nuevo Testamento se había producido una cierta involución respecto al trato social a las mujeres. Mientras que en el Israel antiguo las mujeres llegaron a tener un protagonismo significativo y a ser partícipes de gestas muy importantes, al llegar el siglo I la sociedad israelita se había tornado más cerrada respecto de las mujeres. Algunos especulan que esto se debió al carácter más urbano del mundo del NT donde era más fácil controlar a las personas, especialmente porque la centralidad del templo hacía de Jerusalén una ciudad santa en forma superlativa y por lo tanto se exigía en ella conductas rígidas. Que este extremo de celo de santidad se haya aplicado principalmente a las mujeres —aunque no sólo a ellas— es consecuencia del machismo que imperaba en aquellos días, pero es probable que esa sea la explicación. Otras víctimas de este celo fueron los enfermos crónicos -tanto mujeres como varones- que eran considerados impuros y maltratados socialmente más en el mundo del siglo I que en los siglos anteriores. Por otro lado el mundo preponderantemente rural -o de aldeas pequeñas- del AT y más alejado de la ciudad santa daba espacio para el desarrollo de relaciones más libres y afectivas por lo tanto posibilidades de crear liderazgo femenino y de cierta benevolencia hacia los enfermos. Sea cual fuere el motivo, es llamativo que el anuncio del inminente nacimiento del hijo de Dios se hiciera a una mujer. (Idem)
Esta involución cultural y religiosa no fue impedimento para que María actuara como un receptáculo activo y participativo en la historia de la salvación, no como un objeto usado por Dios para manifestar su gloria. María asume la fe desde las raíces y se presenta como una auténtica profetisa en la tradición de su pueblo, atisbando la “gran luz” que representaría la venida del Mesías, aun cuando se intuyera con cierto triunfalismo la realización de las esperanzas mesiánicas del antiguo Israel. María va a abrir la puerta hacia la universalidad de la actuación de Dios en la historia para que, desde su fe marginal, vivida en medio de circunstancias poco halagüeñas, nada menos que desde casi la indigencia económica (como le sucede permanentemente a nuestros países, excepto a las oligarquías), se encontrase cara con el proyecto divino. Como concluye Andiñach: “Dios recurrió a ellos para que fueran vehículo de su palabra, para que comunicaran a los demás la buena noticia de la llegada del Hijo al mundo. Y ellos y ellas aceptaron el desafío. ¿Cómo respondemos nosotros al desafío de vivir con fe y confiando en que aunque no entendamos algunos de los caminos de Dios, él quiere lo mejor para sus hijos e hijas?”.
Nota
[1] P. Andiñach, Estudio exegético-homilético núm. 69, diciembre de 2005, en
www.claiweb.org/predicaciones/nuevo_testamento/lucas/12638_ardinach.htm

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...