martes, 18 de diciembre de 2007

Letra 52, 2 de diciembre de 2007

EL ADVIENTO
Elizabeth González y Jesús Martínez
Red Latinoamericana de Liturgia/CLAI, www.selah.com.ar

Los cristianos que celebraban la Navidad y la Epifanía comprendieron la necesidad de una estación preparatoria comparable con la Cuaresma en el ciclo Pascual, a la que se nombró Adviento. El término “adviento” viene del latín adventus, que significa “llegada”. La palabra latina adventus corresponde a la griega parusía, que significa “venida”, “llegada”.
Los datos sobre el Adviento se remontan a los siglo IV y VII. En el siglo v, una estación de cuatro días de preparación para Epifanía, probablemente para la preparación del bautismo, se estableció en Galias. La liturgia romana, que introdujo el Adviento en la segunda mitad del siglo vi, adoptó una posición distinta, pues lo concibió como un tiempo de gozo y esperanza ante la venida del Señor. Esta característica se conservó incluso cuando, más tarde, se introdujeron los elementos penitenciales. La duración varió, según los lugares, de dos a seis semanas. San Gregorio Magno organizó definitivamente el adviento romano en cuatro semanas.
En la actualidad se celebran los dos énfasis en el adviento: el adviento como preparación para la Navidad, y el adviento como afirmación de la venida gloriosa de Cristo (Adviento escatológico). En este sentido, adviento es tanto el “fin” como el “comienzo” de la historia de la salvación. Con su nacimiento, Jesús inaugura el reino de Dios entre nosotros; con su venida final en gloria, Jesús operará la consumación y plenitud de su reino. No se entiende la segunda venida de Cristo sin comprender el sentido de su primera venida. Una complementa a la otra.
En el Antiguo Testamento se habla innumerables veces de las visitas o venidas de Yahvé a su pueblo, para realizar sus promesas (Gn 50.24; Jr 29.10; Zac 10.3, etcétera) o para castigar la infidelidad de su pueblo y así asegurar la salvación del mismo (Am 3.2; Os 4.9; Is 10.3, etcétera). Este día de la visita es también llamado “Día de Yahvé” o “Día del Señor”.
El Nuevo Testamento dice que Dios realizó esta visita en la persona de Jesús de Nazaret. Simeón lo expresa en Lucas 2.30-31: “Han visto mis ojos tu salvación”. En el NT se relata la victoria de Cristo, de su resurrección, del establecimiento del Reino, de la venida gloriosa, descrito en la imagen de Apocalipsis 5- 6. El Cordero viene para abrir el libro sellado y darle sentido a la historia.
Los primeros cristianos esperaban que esa victoria se realizara pronto, en cualquier momento, pero con el tiempo fueron percibiendo que habría un tiempo mayor entre su resurrección y la parusía: la venida de Jesús en la gloria de su Reino, que ya está entre nosotros.
En la actualidad las distintas tradiciones celebran el Adviento durante cuatro domingos. Aun manteniendo su unidad, como lo prueban los textos litúrgicos y sobretodo la casi diaria lectura del profeta Isaías, este tiempo está prácticamente integrado por dos periodos:

1. Desde el primer domingo de Adviento (se escoge el más cercano al 30 de noviembre) hasta el 16 de diciembre se resalta el aspecto escatológico, orientando hacia la gloriosa venida de Cristo.
2. Del 17 al 24 de diciembre, todos los textos se orientan a preparar la Navidad.

Lecturas bíblicas
Para aquellas comunidades que utilizan el leccionario, en el año A, el Evangelio de Mateo muestra y reafirma el cumplimiento de las promesas mesiánicas anunciadas por el profeta. En las lecturas del año B, el Evangelio de Marcos nos invita a estar preparados para el encuentro con Dios que se aproxima; son una invitación a la conversión, a la alegría y la esperanza. En el año C, el énfasis lo tiene el Evangelio de Lucas. Las lecturas en general muestran cómo la venida de Dios renueva la historia de la humanidad.
Al primer domingo de los tres años del calendario litúrgico (A, B, C), se le ha asignado la lectura del profeta Isaías, ya que en ella resuena el eco de la gran esperanza que confortará al pueblo elegido durante los difíciles y trascendentales siglos de su historia, que constituyen un anuncio de esperanza perenne para la humanidad. Prevalecen las imágenes del “fin” como un llamado a estar preparados y alertas para que nadie sea tomado por sorpresa.
En el segundo y tercer domingos, además de Isaías se destaca Juan el Bautista, quien anuncia la salvación que vendrá con seguridad. Juan el Bautista, el último de los profetas, ocupa un espacio importante en la liturgia de Adviento. Él es la voz que clama en el desierto, el precursor del Mesías que tiene la misión de preparar los caminos del Señor (Is 40.3), de anunciar a Israel la salvación que vendrá (Lc 1.77-78) y sobre todo, de señalar a Cristo, el Cordero de Dios, ya presente en medio de su pueblo (Jn 1.29-34). Pregona que la conversión es un cambio radical de nuestras relaciones íntimas con Dios y con nuestros hermanos y hermanas, principalmente con aquellos que están más necesitados. Él encarna perfectamente el espíritu del Adviento. Él es el signo de la intervención de Dios en su pueblo. Esa es la razón por la que se mezclan la alegría y la conversión en la preparación de la venida del Salvador.
El cuarto domingo, María, la muchacha virgen, es el personaje principal; ella es la persona con quien podemos identificarnos en la espera de la venida de su hijo. Dios necesitó el “sí” de María; hoy necesita del “sí” de su Iglesia para poder manifestarse a todos y todas en cada lugar, para poder nacer en el mundo. María tuvo que tomar una decisión que modificaría su vida entera: “Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lc 1.38).
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LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR COMIENZA A SER RECONOCIDA EN LOS HOGARES EVANGÉLICOS
Trinidad Vázquez
ALC Noticias, 26 de noviembre de 2007

Managua, Nicaragua. El fuego se va acercando cada día y las llamas nos pueden alcanzar en las iglesias, sino actuamos ante esta la de violencia contra las mujeres, niñas y niños, afirmó la Decana de la Facultad Evangélica de Estudios Teológicos (feet), licenciada Blanca Fonseca, previo a la inauguración de la XI cátedra Interdisciplinaria de la mujer que se realizó del 21 al 23 de noviembre. “En esta cátedra buscamos donde está el miedo y por qué las mujeres de iglesias no denunciamos los abusos, sabiendo que el silencio es cómplice", dice Fonseca”.
Al evento fueron invitadas cien mujeres entre pastoras de la capital y líderes rurales de las regiones. La cátedra se inició el 21 con una conferencia sobre feminicidio en Nicaragua desde una perspectiva de la salud; la misma estuvo a cargo de la licenciada Lorna Norori, psicóloga terapéutica, quien expresó que la violencia de género en el país es un grave problema social y de derechos humanos y es hora que las mujeres demanden al gobierno atención integral con más presupuesto al Ministerio de Salud. Subrayó que ahora seguirán muriendo mas mujeres, porque al quedar suspendido por el nuevo Código Penal el aborto terapéutico, el aborto clandestino se incrementará. La expositora ilustró su charla con casos dramáticos de mujeres que han sufrido hasta 10 años de golpes, violaciones y amenazas de muerte de sus maridos o ex maridos. Una mujer, contó, hasta celebró con una fiesta el día que el Juez declaró disuelto su matrimonio.
En otro momento del encuentro se debatieron las raíces del silencio en las iglesias sobre la violencia, con las teólogas Blanca Cortés de la Iglesia de Cristo, Patricia Castro de la Iglesia Bautista y Jaime Tercero de Visión Mundial.
Otras conferencias se enfocaron al tema de género y violencia desde un acercamiento teológico y a la gestación de métodos para trabajar el tema en las iglesias, familias y comunidades. El objetivo fue sensibilizar a la sociedad e iglesias y reflexionar sobre el grave peligro que se cierne con la persistencia de la violencia intrafamiliar en las iglesias. Blanca Cortés aseguró que hay investigaciones de tres estudiantes de Teología de la feet y de la Asociación Evangélica de Asesoría Familiar (Aedaf), que han confirmado que la violencia intrafamiliar es un hecho en la familia pastoral y que hay casos de abusos sexuales cometidos por supuestos líderes evangélicos.
Ambas investigaciones también reflejan cada día que las mujeres de las iglesias van rompiendo el silencio al denunciar el mal trato, el acoso sexual y hasta los abusos sexuales.
La membresía femenina en las iglesias ya no quiere ser cómplice de tales abusos y ha decidido hablar, declaró Cortés, una de las líderes evangélicas que centra su lucha en que se detenga el feminicidio en Nicaragua; la pastora bautista Patricia Castro, también coincidió con Cortés de que es hora de pasar a la acción, de perder el miedo y de recuperar la voz profética de la iglesia.
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ANCIANOS Y DIÁCONOS EN LA TRADICIÓN REFORMADA: MINISTERIOS DE AUTORIDAD Y SERVICIO (III)

2. Ancianos en la Iglesia: entre el poder, la disciplina y el servicio
Como ha documentado Lukas Vischer, el oficio de ancianos en la iglesia se remonta muchos años atrás del trabajo de Calvino en Ginebra, pues ya se menciona en la Unidad Moravo-Bohemia de Hermanos, desde antes que este movimiento eligiera a sus clérigos en 1467, e incluso había mujeres entre ellos. Los Moravos creían que los ancianos debían monitorear el trabajo de los pastores para que éstos no estuvieran solos ni pusieran en riesgo su reputación. El ejemplo de este movimiento se extendió, pues ellos establecieron contactos con los luteranos y en 1540 un representante se entrevistó en Estrasburgo con Calvino y Bucero y se estableció la correspondencia entre ambas partes. Según Vischer, la manera en que los reformadores entendieron este oficio eclesiástico a partir de su concepción de los ministerios en general, dominada por un ethos anti-jerárquico, es decir, por la intención consciente de abolir las diferencias entre el clero y los laicos, pues ambos tenían la responsabilidad de proclamar la Palabra de Dios y dirigir a la Iglesia. Éste es el principio de la representatividad colegiada y por turnos: algunos miembros de la comunidad alcanzarían el liderazgo por la responsabilidad del cargo no por el nivel jerárquico. Por ello, los pastores, los ancianos o diáconos no eran superiores unos a otros. Lo único que los diferencia son los propósitos y metas.
Como en Zürich, bajo Zwinglio, hubo una estrecha cooperación entre las autoridades religiosas y civiles, el oficio de anciano no tuvo demasiada relevancia e incluso Bullinger, sucesor de Zwinglio, no los discute con amplitud en la Segunda Confesión Helvética. No obstante, fue introducido posteriormente. En otras ciudades adonde la iglesia se independizó más del poder civil, como Basilea, el oficio de los seniores equivalió al de ancianos, pues ellos ejercerían la disciplina. (LC-O)

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