¿CÓMO ENTENDER LA CARTA A LOS ROMANOS? (X)
Elsa Tamez
Los hijos de Dios que viven en la nueva lógica del Espíritu no olvidan su pasado de víctimas ni la potencialidad que se tiene, siempre como humano, de someter al otro a la exclusión. Porque el que Dios acoja a sus criaturas como sus hijos e hijas, depende solamente de su solidaridad misericordiosa y no de la santidad del ser humano. La muerte del Crucificado recuerda siempre la crueldad del pecado mortífero, y la presencia del Espíritu en el justificado se toma una interpelación crítica permanente.
En fin, el evento de la justificación es la actualización histórica de la justicia de Dios revelada en Jesucristo. Creer en lo imposible —resurrección de los muertos—, pero siempre posible para Dios, es un camino de la fe que da fuerza al justificado para luchar por la vida y transgredir toda ley o lógica que legitima la muerte. Estos llamados hijos de Dios, incorporados a la lógica de la fe cuyo criterio es la vida de todos, son quienes apuestan a la sobreabundancia de la gracia en los contextos donde abunda el pecado y la muerte (Ro. 5.20; 8.35-39). La ley no está excluida de esta orientación de la fe (Ro. 7.12), ella puede asumirla. Pues toda ley que gira en tomo de esta lógica y se supedita a las necesidades vitales de sus criaturas, es consolidada por Dios (cf. Ro. 3.31).
Elsa Tamez
Los hijos de Dios que viven en la nueva lógica del Espíritu no olvidan su pasado de víctimas ni la potencialidad que se tiene, siempre como humano, de someter al otro a la exclusión. Porque el que Dios acoja a sus criaturas como sus hijos e hijas, depende solamente de su solidaridad misericordiosa y no de la santidad del ser humano. La muerte del Crucificado recuerda siempre la crueldad del pecado mortífero, y la presencia del Espíritu en el justificado se toma una interpelación crítica permanente.
En fin, el evento de la justificación es la actualización histórica de la justicia de Dios revelada en Jesucristo. Creer en lo imposible —resurrección de los muertos—, pero siempre posible para Dios, es un camino de la fe que da fuerza al justificado para luchar por la vida y transgredir toda ley o lógica que legitima la muerte. Estos llamados hijos de Dios, incorporados a la lógica de la fe cuyo criterio es la vida de todos, son quienes apuestan a la sobreabundancia de la gracia en los contextos donde abunda el pecado y la muerte (Ro. 5.20; 8.35-39). La ley no está excluida de esta orientación de la fe (Ro. 7.12), ella puede asumirla. Pues toda ley que gira en tomo de esta lógica y se supedita a las necesidades vitales de sus criaturas, es consolidada por Dios (cf. Ro. 3.31).
Pasos, 47, mayo-junio de 1993, www.dei-cr.org
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