21 de octubre de 2007
Poco a poco, la Reforma se volvió una tradición separada y se pueden distinguir varias etapas en su desarrollo que están relacionadas con las diferentes confesiones de fe que se elaboran. La primera etapa tuvo como centro la introducción de un nuevo orden, dando lugar a la predicación de la Palabra de Dios y la celebración de la Santa Cena. Es la época de las disputas públicas. Ejemplos de esto son el Sínodo de Berna y la Primera Confesión Helvética (1536).
Una segunda etapa se fue afirmando hasta la mitad del siglo XVI, donde hubo que darle forma a las enseñanzas cristianas transmitidas por los reformadores, y así surgen la Confesión Belga, el Catecismo de Heidelberg y la Segunda Confesión Helvética. Con el paso del tiempo va surgiendo lo que se puede llamar una ‘ortodoxia reformada’ donde “congelan” el pensamiento de los primeros reformadores, que hay que reconocerlo casi siempre fueron una tradición separada y se pueden pulir, mejorar y hasta corregir tanto su pensamiento como su espiritualidad. Pero surge también un proceso de disputa siendo el caso más reconocido el que se vive en los Países Bajos (Holanda), en torno a la posición conocida como “arminiana”, que desemboca en el Sínodo de Dordrecht (noviembre de 1618-mayo de 1619) donde se aprueban los conocidos Cánones de Dordrecht que condenan la creencia arminiana.
Cabe mencionar también la Confesión de Westminster (1647) que sostiene una ortodoxia reformada, afirmando las doctrinas de la predestinación y del pacto. Por el lado luterano no hay tanta diversidad ya que la Confessio Augustana (1530) es aceptada como la confesión de fe. Por el lado reformado la unidad se da no en la elaboración de una sola Confesión de Fe sino en el progresivo reconocimiento mutuo. Cada tanto hubo intentos de elaborar un solo documento aceptado por todas las iglesias, pero esto nunca se logró.
Poco a poco, la Reforma se volvió una tradición separada y se pueden distinguir varias etapas en su desarrollo que están relacionadas con las diferentes confesiones de fe que se elaboran. La primera etapa tuvo como centro la introducción de un nuevo orden, dando lugar a la predicación de la Palabra de Dios y la celebración de la Santa Cena. Es la época de las disputas públicas. Ejemplos de esto son el Sínodo de Berna y la Primera Confesión Helvética (1536).
Una segunda etapa se fue afirmando hasta la mitad del siglo XVI, donde hubo que darle forma a las enseñanzas cristianas transmitidas por los reformadores, y así surgen la Confesión Belga, el Catecismo de Heidelberg y la Segunda Confesión Helvética. Con el paso del tiempo va surgiendo lo que se puede llamar una ‘ortodoxia reformada’ donde “congelan” el pensamiento de los primeros reformadores, que hay que reconocerlo casi siempre fueron una tradición separada y se pueden pulir, mejorar y hasta corregir tanto su pensamiento como su espiritualidad. Pero surge también un proceso de disputa siendo el caso más reconocido el que se vive en los Países Bajos (Holanda), en torno a la posición conocida como “arminiana”, que desemboca en el Sínodo de Dordrecht (noviembre de 1618-mayo de 1619) donde se aprueban los conocidos Cánones de Dordrecht que condenan la creencia arminiana.
Cabe mencionar también la Confesión de Westminster (1647) que sostiene una ortodoxia reformada, afirmando las doctrinas de la predestinación y del pacto. Por el lado luterano no hay tanta diversidad ya que la Confessio Augustana (1530) es aceptada como la confesión de fe. Por el lado reformado la unidad se da no en la elaboración de una sola Confesión de Fe sino en el progresivo reconocimiento mutuo. Cada tanto hubo intentos de elaborar un solo documento aceptado por todas las iglesias, pero esto nunca se logró.
Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, www.aipral.org/publicaciones.htm
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