martes, 18 de diciembre de 2007

(Juan 14.1-14)

JESÚS ES LA VIDA EN MEDIO DEL MUNDO (Juan 14.1-14)
L. Cervantes-Ortiz
25 de noviembre, 2007

1. Vida en medio de la muerte
El concepto de vida en el evangelio de Juan abarca lo que en los demás evangelios corresponde al anuncio del Reino de Dios. La aparente sustitución de este concepto está ligada a la necesidad de fortalecer la percepción propia de una comunidad de creyentes en Jesucristo que trató de radicalizar su fe, incluso a contracorriente de otras comunidades cristianas seguidoras de otros discípulos o apóstoles. La conciencia común de estos creyentes estaba dominada por el hecho de que aun en medio de las circunstancias de excepción en que vivían (dominio de un imperio, ambiente apocalíptico, situación socio-económica precaria, nacionalismo efervescente), era posible afirmar la vida por encima de todas las cosas. Esta manera de pensar y vivir, estimulada por la reflexión acerca de la actuación de Jesús, mediante una cristología en construcción, intuía que la vida debía ser algo más que lo que materialmente veían delante de sus ojos. Por ello, al redactar el documento (que en estricto sentido es prácticamente un testamento de la comunidad), encontraron pautas muy claras para reconocer a Jesús como el motor de una nueva forma de vida que efectivamente permitiera cumplir su anuncio: vida en abundancia.
La perspectiva pascual que colocaba, paradójicamente, a Jesús cerca de la muerte, hace que el cap. 14 inicie con unas palabras de aliento y consolación. Será en este mismo discurso cuando Jesús anuncie la venida del Paráclito, el Espíritu que acompañará a los creyentes y reactualizará la persona y actuación de Jesús en cuanto promotor de la vida verdadera. “La casa del Padre” es presentada como un espacio de gracia insondable que permite el acceso a cualquier persona dispuesta a vivir en consonancia con la vida del Hijo. Él marca el camino para que el reencuentro con el Padre posibilite la realización de la vida anunciada y experimentada en acto por el propio Jesús. La vida en medio de la muerte entra en consonancia con el simbolismo juanino de la luz, pues si ésta “resplandece entre las tinieblas”, así la vida conseguida por Jesús para sus seguidores/as es una realidad que resalta en medio de la muerte establecida como forma de existencia. Como dice Joan Manuel Serrat: “Corren buenos tiempos/ para esos caballeros / locos por salvarnos la vida/ a costa de cortarnos el cuello” (“Buenos tiempos” del álbum Sombras de la China, 1998), que expresa muy bien la crítica hacia quienes proclaman la vida o el bienestar, pero a partir del sacrificio obligatorio de las mayorías para imponer su proyecto de muerte generalizada que sólo permite vivir bien a unos cuantos.

2. La vida de Jesús se aplica a sus seguidores en medio del mundo
Cuando Jesús subraya que los discípulos saben el camino y el texto muestra a Tomás dudando, la comunidad expresa su necesidad de superar caminos falsos o cuya radicalidad no alcanza a tocar las exigencias profundas del Evangelio como oferta auténtica de vida plena para la humanidad. El autor concentra en pocos versículos sus temas predilectos para producir un conglomerado de mensaje que intenta reproducir la fuerza e intensidad de lo que ofrece Jesús: camino, verdad, vida, conocimiento, se integran en un todo existencial que reúne la ansiedad de los discípulos por fortalecer su fe en Jesús, quien afirma varias veces en el acercamiento que ha logrado con el Padre, pues esta contigüidad y familiaridad son la garantía de alcanzar los beneficios de la salvación, entendida no solamente como acceso a la gloria final, sino como motor de la vida presente con todas sus ambigüedades y desafíos. La contestación cristiana presente en estas palabras atenta contra el espíritu dominante de legalismo y autosuficiencia. La vida que ofrece Jesús pasa por una visión completa de aceptación del poder de Dios en cuanto autoridad puesta al servicio de la sobrevivencia humana en las mejores condiciones. Por ello, Franz Hinkelammert ha estudiado a fondo el conflicto central de Jesús con la Ley impuesta de manera inhumana sobre conjuntos sociales que reivindican su dignidad, en primer lugar, como derecho a la vida en todas sus manifestaciones.
Jesús confronta a la Ley asumida como un arma de sometimiento desde el judaísmo y el imperio romano en su condición de supresora de formas de vida deseables y preservadoras del bienestar social e individual. Así, la lucha en el seno de su propia cultura exhibió las sutiles transformaciones de la voluntad de Dios para controlar la vida por encima de los criterios que Dios mismo había establecido. En otras palabras, la religión legalista había suplantado el empeño divino por transmitir su propia vida a los seres humanos. Por otro lado, el imperio romano la aceptación pasiva de un estado de cosas que también buscaba deificarse para justificar su aparente inevitabilidad. Para ello, utilizó un concepto de paz que, precedido por la violencia de las armas y seguido por la obligación del tributo, orillaba a los rebeldes a la obligatoria clandestinidad para resistir desde la radicalidad de la obediencia a los mandatos divinos. Jesús y la comunidad juanina se colocan en un punto más cercano a la práctica de un profetismo apocalíptico que desarrolla en medio del pueblo sometido la posibilidad de la vida de Dios trasladada a la humanidad en la forma de una esperanza concreta de transformación de todas las cosas.

3. La vida que ofrece Jesús demanda transformaciones radicales
Las transformaciones radicales exigidas por el Evangelio pueden orientar la comprensión del impacto del Evangelio en cuanto generador efectivo de vida en medio de la muerte y del mundo en su peor acepción según el Cuarto Evangelio. El kosmos, entendido negativamente, es un conjunto de prácticas, hábitos e ideologías que, sin estar presentes visiblemente, influyen directamente en las acciones y mentalidad de las personas. Este libro maneja una comprensión cósmica de las situaciones que enfrentan los seres humanos y por ello entiende que, lo que no se aprecia más allá de las apariencias no necesariamente deja de afectar a la realidad. Semejante perspectiva obliga a que los efectos biofílicos del Evangelio se trasladen al ámbito de la vida humana mediante cambios profundos que impacten la supervivencia humana. En el caso de la violencia de género, por ejemplo, los discursos de estudiosas como Marcela Lagarde y otras, que señalan que los hombres buscan, con todas las formas de violencia que ejercen contra las mujeres, su exterminio total. Obviamente, en lugares como Ciudad Juárez, el genocidio ha dejado de ser silencioso y simbólico para convertirse en una terrible realidad. O como observa la biblista estadounidense Phyllis Trible desde el título de uno de sus libros: Textos de terror, en donde estudia episodios bíblicos en donde las mujeres son violentadas , asesinadas e, incluso, descuartizadas. Jueces 19 es quizá el pasaje que muestra con mayor realismo el ejercicio de la violencia masculina. La sensibilidad masculina de los autores bíblicos “permitió” que este tipo de historias quedara registrada en los libros sagrados, tal vez como formas de amenaza o escarmiento, pero ahora pueden ser releídos e interpretados mediante claves muy diferentes.
De ahí que cuando Jesús afirma que él es camino, verdad y vida, la oferta del Cuarto Evangelio va en el sentido de que puede y debe tomarse al pie la letra el hecho de que Jesús confronta críticamente a la humanidad con la necesidad de responder si sus prácticas, costumbres e ideologías permiten o no reproducir la vida y mantenerla como lo que es: un genuino don de Dios, del Dios de quien procede la existencia plena.

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