EL FUTURO DE LA RELIGIÓN, DE R. RORTY Y G. VATTIMO
Lucas Almada
Ecupress, 3 de octubre de 2007
Richard Rorty y Gianni Vattimo, El futuro de la religión. Solidaridad, caridad, ironía. Comp. de Santiago Zabala. Buenos Aires, Paidós, 2006.
El futuro de la religión es un diálogo filosófico acerca de la religión —sobre todo del cristianismo— entre dos influyentes filósofos contemporáneos. Richard Rorty, norteamericano, de tradición ateo desde su más tierna infancia, y Gianni Vattimo, italiano, con formación católica en su juventud, retoma la fe en su madurez desde la crítica filosófica luego de años de alejamiento. Ambos están de acuerdo en la necesidad de aproximarse a nuevas formas de entender y vivir la religión. En cierta medida éste diálogo es además acerca del presente de la religión.
El mundo religioso y el pensamiento filosófico o científico siempre interactuaron en distintas épocas, pensemos solamente en la “revolución copernicana” y el impacto que tuvo en lo religioso, o bien en “reforma protestante” y su influencia en el pensamiento occidental. En este libro encontramos aportes de la filosofía postmoderna acerca de algunos aspectos del cristianismo, representada por el neopragmatismo norteamericano de Rorty y la hermenéutica europea de Vattimo.
Desconozco la repercusión que ha tenido en el ámbito teológico de nuestro medio, pero debo confesar que a mí como creyente me ha motivado a pensar varias cuestiones que ya no sabía en que lugar acomodar.
Veamos algunas preguntas que remiten a las temáticas tratadas en el libro.
¿Es la secularización un problema para la religión? ¿Es la encarnación de Dios, en tanto debilitamiento de lo sagrado, el inicio del proceso de secularización? ¿No representa este hecho que es el hombre el que actúa en la historia? ¿Puede un creyente vivir sin un Dios que garantice su felicidad y resuelva sus problemas?
¿Podrá el cristianismo abandonar su ímpetu conquistador si no deja de creer en un Dios único y absoluto al cual todo el mundo debe convertirse? ¿Puede la política clerical de la iglesia promover la democracia?
Para Santiago Zabala, doctor en filosofía y compilador del libro, el renacimiento de la religión en el tercer milenio viene motivado por la secularización, como el debilitamiento de la historia del “ser”, que abarca todas las formas de disolución de lo sagrado, característica del proceso de civilización moderno. Pero si la secularización es el modo en que se actualiza el debilitamiento del ser, esto es, la kenôsis (encarnación) de Dios, que es el núcleo de la historia de la salvación, ésta ya no deberá ser pensada como un fenómeno de abandono de la religión, sino como actualización, aunque paradójicamente, de su íntima vocación. El hombre posmoderno ya no necesita el extremo y mágico reaseguramiento que ofrece la idea de Dios (aunque lo quisiera), debe aceptar la posibilidad de que la historia no esté de su parte para nada, hasta de que no haya poder alguno capaz de garantizarle la felicidad que busca.
El “pensamiento débil” es el concepto fundamental alrededor del que gira gran parte de todo el argumento. Este concepto desarrollado por Vattimo se refiere a la posibilidad de un camino intermedio entre entregarse a un representante divino y confiarse a preferencias individuales: este camino consiste en el debilitamiento y la disolución del antiguo concepto de “ser”. La relación entre el creyente y Dios no se concibe aquí como una relación de poder, sino como una relación más amable en la que Dios entrega todo su poder al ser humano. La noción de pensamiento débil es la posibilidad de pensar un Dios no absoluto, ¿en cuanto contribuiría esto en le diálogo entre las distintas religiones y cosmogonías?
El futuro de la religión, de acuerdo con Rorty y Vattimo, dependerá de la capacidad de las autoridades eclesiásticas actuales para dejar que la religión se transforme en algo privado. Aquello que el futuro nos depare dependerá de la capacidad que tenga la cultura para anular todas las razones de conflicto, asumiendo el programa de la secularización como tarea.
Para Rorty tomar posición frente a la religión se hace siempre de manera injustificada (ateos o creyentes), pero si aceptamos que no hay una búsqueda de la verdad y de Dios por “naturaleza”, los creyentes dejarán de pensar que todos deben convertirse y los no creyentes dejarán de pensar que ser religioso es un síntoma de dependencia. Pero –aclara- ambos podremos citar a 1º Corintios 13 en apoyo a rechazar esas definiciones.
Para Vattimo, la única vía que le queda abierta a la iglesia para no regresar a la condición de pequeña secta fundamentalista, como lo era necesariamente en sus inicios, y para desenvolver efectivamente su vocación universal, es la de asumir el mensaje evangélico como principio de disolución de las pretensiones de objetividad (no creemos en el Evangelio porque Cristo ha resucitado, sino que creemos que Cristo ha resucitado porque lo leemos en el evangelio).
¿Es posible pensar en un poscristianismo a la manera de un cristianismo no religioso? ¿Es posible pensar en un Dios posmetafísico (no como verdad absoluta), filosóficamente hablando? ¿Cuál es el impacto de este pensamiento en el mundo religioso actual?
Lucas Almada
Ecupress, 3 de octubre de 2007
Richard Rorty y Gianni Vattimo, El futuro de la religión. Solidaridad, caridad, ironía. Comp. de Santiago Zabala. Buenos Aires, Paidós, 2006.
El futuro de la religión es un diálogo filosófico acerca de la religión —sobre todo del cristianismo— entre dos influyentes filósofos contemporáneos. Richard Rorty, norteamericano, de tradición ateo desde su más tierna infancia, y Gianni Vattimo, italiano, con formación católica en su juventud, retoma la fe en su madurez desde la crítica filosófica luego de años de alejamiento. Ambos están de acuerdo en la necesidad de aproximarse a nuevas formas de entender y vivir la religión. En cierta medida éste diálogo es además acerca del presente de la religión.
El mundo religioso y el pensamiento filosófico o científico siempre interactuaron en distintas épocas, pensemos solamente en la “revolución copernicana” y el impacto que tuvo en lo religioso, o bien en “reforma protestante” y su influencia en el pensamiento occidental. En este libro encontramos aportes de la filosofía postmoderna acerca de algunos aspectos del cristianismo, representada por el neopragmatismo norteamericano de Rorty y la hermenéutica europea de Vattimo.
Desconozco la repercusión que ha tenido en el ámbito teológico de nuestro medio, pero debo confesar que a mí como creyente me ha motivado a pensar varias cuestiones que ya no sabía en que lugar acomodar.
Veamos algunas preguntas que remiten a las temáticas tratadas en el libro.
¿Es la secularización un problema para la religión? ¿Es la encarnación de Dios, en tanto debilitamiento de lo sagrado, el inicio del proceso de secularización? ¿No representa este hecho que es el hombre el que actúa en la historia? ¿Puede un creyente vivir sin un Dios que garantice su felicidad y resuelva sus problemas?
¿Podrá el cristianismo abandonar su ímpetu conquistador si no deja de creer en un Dios único y absoluto al cual todo el mundo debe convertirse? ¿Puede la política clerical de la iglesia promover la democracia?
Para Santiago Zabala, doctor en filosofía y compilador del libro, el renacimiento de la religión en el tercer milenio viene motivado por la secularización, como el debilitamiento de la historia del “ser”, que abarca todas las formas de disolución de lo sagrado, característica del proceso de civilización moderno. Pero si la secularización es el modo en que se actualiza el debilitamiento del ser, esto es, la kenôsis (encarnación) de Dios, que es el núcleo de la historia de la salvación, ésta ya no deberá ser pensada como un fenómeno de abandono de la religión, sino como actualización, aunque paradójicamente, de su íntima vocación. El hombre posmoderno ya no necesita el extremo y mágico reaseguramiento que ofrece la idea de Dios (aunque lo quisiera), debe aceptar la posibilidad de que la historia no esté de su parte para nada, hasta de que no haya poder alguno capaz de garantizarle la felicidad que busca.
El “pensamiento débil” es el concepto fundamental alrededor del que gira gran parte de todo el argumento. Este concepto desarrollado por Vattimo se refiere a la posibilidad de un camino intermedio entre entregarse a un representante divino y confiarse a preferencias individuales: este camino consiste en el debilitamiento y la disolución del antiguo concepto de “ser”. La relación entre el creyente y Dios no se concibe aquí como una relación de poder, sino como una relación más amable en la que Dios entrega todo su poder al ser humano. La noción de pensamiento débil es la posibilidad de pensar un Dios no absoluto, ¿en cuanto contribuiría esto en le diálogo entre las distintas religiones y cosmogonías?
El futuro de la religión, de acuerdo con Rorty y Vattimo, dependerá de la capacidad de las autoridades eclesiásticas actuales para dejar que la religión se transforme en algo privado. Aquello que el futuro nos depare dependerá de la capacidad que tenga la cultura para anular todas las razones de conflicto, asumiendo el programa de la secularización como tarea.
Para Rorty tomar posición frente a la religión se hace siempre de manera injustificada (ateos o creyentes), pero si aceptamos que no hay una búsqueda de la verdad y de Dios por “naturaleza”, los creyentes dejarán de pensar que todos deben convertirse y los no creyentes dejarán de pensar que ser religioso es un síntoma de dependencia. Pero –aclara- ambos podremos citar a 1º Corintios 13 en apoyo a rechazar esas definiciones.
Para Vattimo, la única vía que le queda abierta a la iglesia para no regresar a la condición de pequeña secta fundamentalista, como lo era necesariamente en sus inicios, y para desenvolver efectivamente su vocación universal, es la de asumir el mensaje evangélico como principio de disolución de las pretensiones de objetividad (no creemos en el Evangelio porque Cristo ha resucitado, sino que creemos que Cristo ha resucitado porque lo leemos en el evangelio).
¿Es posible pensar en un poscristianismo a la manera de un cristianismo no religioso? ¿Es posible pensar en un Dios posmetafísico (no como verdad absoluta), filosóficamente hablando? ¿Cuál es el impacto de este pensamiento en el mundo religioso actual?
Nueva página sobre el jubileo de Calvino: www.calvin09.org
2. INFANCIA Y AÑOS DE ESTUDIO DE CALVINO
Georg Plasger
Juan Calvino nace el 10 de julio de 1509 en Noyon en el norte de Francia (a unos 100 kilómetros al norte de París), y recibe el nombre de Jean Cauvin. Su padre era notario del cabildo de la catedral, un laico en medio del clérigo, por lo tanto tenía un cargo elevado. Ya a la corta edad de 12 años, Juan Calvino recibe sus primeras prebendas, o sea, una parte de los ingresos de una determinada parroquia (la capilla de la Gésine). Hasta 1523 Calvino asiste a la escuela de su pueblo natal; con 14 años lo envían al Collège de la Marche, un famoso internado en París, cuyo profesor de latín y director era Mathurin Cordier. Cordier se hizo conocido como fundador de una pedagogía renovada, y aunque Calvino gozó sólo poco tiempo de sus clases de latín, lo veneró durante toda su vida. Mucho más tarde, lo llamó para organizar la educación escolar en Ginebra y Lausana.Después de un breve tiempo, Calvino cambia – por razones desconocidas – a otro internado, el Collège de Mantaigu. Este es un baluarte de la ortodoxia católicorromana y un espantajo para los alumnos. Sin embargo, Calvino no parece haber sufrido demasiado allí; más bien recibió una buena y profunda formación en gramática, filosofía y teología. Uno de sus profesores, John Major, incluso redactó un conocido comentario acerca de los Evangelios y defendió las doctrinas romanas contra Wyclif, Hus y, especialmente, contra Lutero. Las enseñanzas de aquél ya habían sido sido difundidas ampliamente, y existía una gran necesidad de defenderse contra ellas. Probablemente, fue en este colegio donde Calvino conoció la teología católica a través de las sentencias de Pedro Lombardo (1100-1160), los Padres de la Iglesia y Agustín (354-430). Calvino se hace de amigos, entre ellos algunos simpatizantes e incluso seguidores de la Reforma. Calvino mismo todavía no ha llegado a este punto; la polémica luterana contra Zwinglio le parece demasiado fuerte. Ni siquiera sabemos con certeza si Calvino en esa época ya conocía los escritos de Lutero. En todo caso, no adhiere a la Reforma sino que permanece fiel a la doctrina romana. Podemos caracterizar al Calvino de ese tiempo como un humanista católico que se urgía por una renovación de las ciencias, pero no por la Reforma en el sentido luterano. En 1527, y mientras Calvino todavía frecuenta el Collège de Mantaigu, recibe los ingresos de una segunda prebenda.
En un principio, el padre de Calvino quería que su hijo estudiara teología. Pero cambia sus planes, quizás debido a conflictos con los capitulares de la catedral de Noyon, quizás porque esperaba que otra ciencia diera mejores oportunidades a su hijo, y le aconseja estudiar Leyes. Calvino inicia sus estudios jurídicos probablemente en 1528 en Orléans, la facultad más famosa en ese entonces. Es muy estudioso, trabajador y perseverante. En pocos meses aprende el griego, y se deja influir cada vez más por los ideales humanistas. En 1529 abandona Orléans, y sigue su carrera en Bourges con el famoso jurista Alciat.
2. INFANCIA Y AÑOS DE ESTUDIO DE CALVINO
Georg Plasger
Juan Calvino nace el 10 de julio de 1509 en Noyon en el norte de Francia (a unos 100 kilómetros al norte de París), y recibe el nombre de Jean Cauvin. Su padre era notario del cabildo de la catedral, un laico en medio del clérigo, por lo tanto tenía un cargo elevado. Ya a la corta edad de 12 años, Juan Calvino recibe sus primeras prebendas, o sea, una parte de los ingresos de una determinada parroquia (la capilla de la Gésine). Hasta 1523 Calvino asiste a la escuela de su pueblo natal; con 14 años lo envían al Collège de la Marche, un famoso internado en París, cuyo profesor de latín y director era Mathurin Cordier. Cordier se hizo conocido como fundador de una pedagogía renovada, y aunque Calvino gozó sólo poco tiempo de sus clases de latín, lo veneró durante toda su vida. Mucho más tarde, lo llamó para organizar la educación escolar en Ginebra y Lausana.Después de un breve tiempo, Calvino cambia – por razones desconocidas – a otro internado, el Collège de Mantaigu. Este es un baluarte de la ortodoxia católicorromana y un espantajo para los alumnos. Sin embargo, Calvino no parece haber sufrido demasiado allí; más bien recibió una buena y profunda formación en gramática, filosofía y teología. Uno de sus profesores, John Major, incluso redactó un conocido comentario acerca de los Evangelios y defendió las doctrinas romanas contra Wyclif, Hus y, especialmente, contra Lutero. Las enseñanzas de aquél ya habían sido sido difundidas ampliamente, y existía una gran necesidad de defenderse contra ellas. Probablemente, fue en este colegio donde Calvino conoció la teología católica a través de las sentencias de Pedro Lombardo (1100-1160), los Padres de la Iglesia y Agustín (354-430). Calvino se hace de amigos, entre ellos algunos simpatizantes e incluso seguidores de la Reforma. Calvino mismo todavía no ha llegado a este punto; la polémica luterana contra Zwinglio le parece demasiado fuerte. Ni siquiera sabemos con certeza si Calvino en esa época ya conocía los escritos de Lutero. En todo caso, no adhiere a la Reforma sino que permanece fiel a la doctrina romana. Podemos caracterizar al Calvino de ese tiempo como un humanista católico que se urgía por una renovación de las ciencias, pero no por la Reforma en el sentido luterano. En 1527, y mientras Calvino todavía frecuenta el Collège de Mantaigu, recibe los ingresos de una segunda prebenda.
En un principio, el padre de Calvino quería que su hijo estudiara teología. Pero cambia sus planes, quizás debido a conflictos con los capitulares de la catedral de Noyon, quizás porque esperaba que otra ciencia diera mejores oportunidades a su hijo, y le aconseja estudiar Leyes. Calvino inicia sus estudios jurídicos probablemente en 1528 en Orléans, la facultad más famosa en ese entonces. Es muy estudioso, trabajador y perseverante. En pocos meses aprende el griego, y se deja influir cada vez más por los ideales humanistas. En 1529 abandona Orléans, y sigue su carrera en Bourges con el famoso jurista Alciat.
En 1531 Calvino se entera de que su padre está seriamente enfermo. Viaja a Noyon y acompaña a su padre en sus últimas horas. Los enfrentamientos entre el cabildo y el notario se habían agudizado tanto que este último había sido excomunicado, hecho que le pesaba muchísimo. Después de la muerte de su padre, Calvino va a París. Ahora es independiente, y se dedica – aparte de su carrera como jurista – sobre todo a los estudios literarios. El rey Francisco I había fundado en París una nueva universidad con orientación humanista, donde se matricula Calvino. En el invierno 1531/32, Calvino redacta un comentario sobre el tratado de Séneca De clementia. Este libro lo hace conocido y lo integra a las filas de los humanistas más famosos de Francia. Finalmente, Calvino retorna a Orléans, donde termina su carrera con el título de licenciado en leyes.
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