CUANDO LA VIDA ESTÁ EN JUEGO
Melodee Smith
Melodee Smith
11 de noviembre de 2007
En Estados Unidos [y en otros países], el símbolo de la justicia es una mujer con los ojos vendados que sostiene una espada en una mano y una balanza en la otra. Se pretende que represente una administración de la justicia que sea correcta, eficaz e imparcial. Lamentablemente, los sistemas judiciales a menudo están ciegos en un sentido menos positivo (cegados por el prejuicio y la discriminación en formas que perpetúan los ciclos de violencia y sufrimiento). [...]
Vuélvenos, oh Jehová, a Ti, y nos volveremos (Lamentaciones 5:21)
La sanación y la reconciliación definen el ministerio de Jesucristo, que se manifiesta en el amor, la compasión y la justicia restauradora. Analice la respuesta de Jesús cuando la muchedumbre quiso apedrear a la mujer adúltera (Jn 8.7), su mandamiento de amar a nuestros enemigos (Lc 6.27) y nuestra obligación de perdonarnos mutuamente como Dios en Cristo nos perdonó a nosotros (Ef 4.32).
La justicia restauradora procura la sanación por medio del restablecimiento. Lea las cartas de Pablo a los Corintios (2 Cor 5.18-19) y a los Gálatas (6:1-2), donde se describen los ministerios de la reconciliación y se recuerda a los extranjeros y a los abandonados. Nuestra fe no nos llama a condenar con violencia, sino a reentablar las relaciones. No hay lugar para la venganza.
Al evocar el quinto mandamiento, “no matarás”, y la propia respuesta de Dios a Caín después de que matara a su hermano Abel, podemos apreciar la grandeza de Dios. En el Deuteronomio, las frases “ojo por ojo” y “vida por vida” tienen la finalidad de poner límites a lo que se restaura. Dios hacía justicia con equidad, para que los necesitados recibieran justicia, amor y otros bienes (Dt 10.17).
Cuando ocurre algo malo, no todas las personas involucradas necesitan lo mismo. ¿Qué necesitaba Sue Zann? ¿Tenía necesidades el asesino de su padre, James? ¿Cuáles eran las necesidades de la comunidad? La justicia restauradora cuestiona los sistemas de la justicia penal porque plantea preguntas diferentes y utiliza otros métodos. A la justicia penal le interesa saber qué leyes se infringieron, quién es el culpable y cuál es el castigo. La justicia restauradora, en
cambio, averigua cuál ha sido el daño, quién sufre y cómo es posible vivir la sanación. La justicia restauradora se preocupa por las víctimas, los delincuentes y la comunidad. Apunta a recomponer las relaciones quebrantadas por la violencia y recalca que todos los seres humanos gozamos de dignidad y de valor y anhelamos la paz. Una de las formas en que las iglesias reformadas están buscando sanar a las comunidades y restablecer los derechos humanos es realizar llamamientos para que se declare la
moratoria de la aplicación de la pena capital y crear ministerios de justicia restauradora. La vida está en juego.
Preguntas
1. ¿Cómo entendemos el mandamiento de Jesús de perdonarnos unos a los otros? ¿En alguna ocasión nos está permitido ignorar el mandamiento de Jesús a amarnos los unos a los otros, incluso a nuestros enemigos?
2. ¿Está de acuerdo en que la pena capital no recompone las relaciones con Dios ni con el prójimo? ¿Siempre está mal aplicar la pena de muerte?
3. ¿Qué podemos hacer ante un escandaloso acto de violencia? ¿Cuál es nuestra obligación, en nuestra condición de pares pecadores, como miembros de la iglesia? ¿Cuáles son los ministerios de reconciliación y sanación en su iglesia?
4.¿Cómo podrían los ministerios de justicia restauradora dentro de su entorno prevenir el mal y el sufrimiento, y a su vez ayudar a crear una cultura de sanación?
Melodee Smith es pastora de la Iglesia Unida de Cristo (EU) y trabaja en el ministerio de la justicia restauradora. Además, es abogada y trabaja con personas condenadas a muerte, así como con víctimas y sobrevivientes de delitos violentos.
En Estados Unidos [y en otros países], el símbolo de la justicia es una mujer con los ojos vendados que sostiene una espada en una mano y una balanza en la otra. Se pretende que represente una administración de la justicia que sea correcta, eficaz e imparcial. Lamentablemente, los sistemas judiciales a menudo están ciegos en un sentido menos positivo (cegados por el prejuicio y la discriminación en formas que perpetúan los ciclos de violencia y sufrimiento). [...]
Vuélvenos, oh Jehová, a Ti, y nos volveremos (Lamentaciones 5:21)
La sanación y la reconciliación definen el ministerio de Jesucristo, que se manifiesta en el amor, la compasión y la justicia restauradora. Analice la respuesta de Jesús cuando la muchedumbre quiso apedrear a la mujer adúltera (Jn 8.7), su mandamiento de amar a nuestros enemigos (Lc 6.27) y nuestra obligación de perdonarnos mutuamente como Dios en Cristo nos perdonó a nosotros (Ef 4.32).
La justicia restauradora procura la sanación por medio del restablecimiento. Lea las cartas de Pablo a los Corintios (2 Cor 5.18-19) y a los Gálatas (6:1-2), donde se describen los ministerios de la reconciliación y se recuerda a los extranjeros y a los abandonados. Nuestra fe no nos llama a condenar con violencia, sino a reentablar las relaciones. No hay lugar para la venganza.
Al evocar el quinto mandamiento, “no matarás”, y la propia respuesta de Dios a Caín después de que matara a su hermano Abel, podemos apreciar la grandeza de Dios. En el Deuteronomio, las frases “ojo por ojo” y “vida por vida” tienen la finalidad de poner límites a lo que se restaura. Dios hacía justicia con equidad, para que los necesitados recibieran justicia, amor y otros bienes (Dt 10.17).
Cuando ocurre algo malo, no todas las personas involucradas necesitan lo mismo. ¿Qué necesitaba Sue Zann? ¿Tenía necesidades el asesino de su padre, James? ¿Cuáles eran las necesidades de la comunidad? La justicia restauradora cuestiona los sistemas de la justicia penal porque plantea preguntas diferentes y utiliza otros métodos. A la justicia penal le interesa saber qué leyes se infringieron, quién es el culpable y cuál es el castigo. La justicia restauradora, en
cambio, averigua cuál ha sido el daño, quién sufre y cómo es posible vivir la sanación. La justicia restauradora se preocupa por las víctimas, los delincuentes y la comunidad. Apunta a recomponer las relaciones quebrantadas por la violencia y recalca que todos los seres humanos gozamos de dignidad y de valor y anhelamos la paz. Una de las formas en que las iglesias reformadas están buscando sanar a las comunidades y restablecer los derechos humanos es realizar llamamientos para que se declare la
moratoria de la aplicación de la pena capital y crear ministerios de justicia restauradora. La vida está en juego.
Preguntas
1. ¿Cómo entendemos el mandamiento de Jesús de perdonarnos unos a los otros? ¿En alguna ocasión nos está permitido ignorar el mandamiento de Jesús a amarnos los unos a los otros, incluso a nuestros enemigos?
2. ¿Está de acuerdo en que la pena capital no recompone las relaciones con Dios ni con el prójimo? ¿Siempre está mal aplicar la pena de muerte?
3. ¿Qué podemos hacer ante un escandaloso acto de violencia? ¿Cuál es nuestra obligación, en nuestra condición de pares pecadores, como miembros de la iglesia? ¿Cuáles son los ministerios de reconciliación y sanación en su iglesia?
4.¿Cómo podrían los ministerios de justicia restauradora dentro de su entorno prevenir el mal y el sufrimiento, y a su vez ayudar a crear una cultura de sanación?
Melodee Smith es pastora de la Iglesia Unida de Cristo (EU) y trabaja en el ministerio de la justicia restauradora. Además, es abogada y trabaja con personas condenadas a muerte, así como con víctimas y sobrevivientes de delitos violentos.
Cruzar diez mares, Alianza Reformada Mundial, http://warc.ch/24gc/cts/04-s.pdf
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