martes, 18 de diciembre de 2007

Letra 46, 21 de octubre de 2007: Luz silenciosa/ Calvino (4)

CARLOS REYGADAS: LUZ SILENCIOSA
Javier Betancourt
Proceso, núm. 1615, 14 de octubre de 2007

Portadora del premio de la crítica en Cannes, donde Carlos Reygadas ha mantenido su presencia con cada una de sus tres películas hasta ahora realizadas, Luz silenciosa (México, 2007) imprime la estampa del cineasta más original y menos conformista de la actualidad mexicana; no en balde provoca reacciones antagónicas.
Habrá que esperar años para apreciar el alcance de esta obra tan ambiciosa, pero lo cierto es que desde Buñuel casi nadie se había atrevido a mostrar un México así de frontal, terrible y prodigioso como lo revelan Japón o Batalla en el cielo.
Reygadas logra algo casi inverosímil con Luz silenciosa: contar una historia desde el corazón mismo de la comunidad menonita, una comunidad de origen holandés aislada en el estado de Chihuahua que vive en un mundo regido por sus propias leyes, su propia lengua, el plautdietsch (lengua derivado del holandes medieval). Una sociedad monolítica donde prácticamente no existen clases sociales ni diferencias económicas.
Filmar era el reto mayor, pues para los menonitas, por lo menos para los más conservadores, la reproducción de la imagen humana está prohibida; Reygadas resiste la tentación antropológica, no se permite caer en el documental de difusión cultural (presa fácil del folclor) y desarrolla una historia de amor y adulterio que emana desde la fuente misma que constituye a esta tribu, donde amor, honor y lealtad son verdades trasparentes para todos; y así Reygadas conquista la visión universal de un ciclo amoroso, de cómo un ser humano se enamora de otro y deja de amar a quien juró fidelidad.
Johan (Cornelio Wall Fehr) descubre en Marianne (Maria Pankratz) la mujer de su vida, la mujer que le corresponde “por naturaleza”; ahora debe enfrentar las consecuencias morales de la infidelidad frente a la otra mujer (Miriam Toews) con la que ha estado casado por más de 20 años, madre de sus seis hijos. Aunque creyente, Johan rehuye culpar al diablo y asume su condición humana; en ese pueblo de ideal bíblico no hay engaño posible, la verdad es transparente para todos.
Como sucede en las cintas anteriores de Reygadas donde el personaje principal se haya al borde del precipicio existencial, Johan es un hombre con el corazón dividido entre la imposibilidad de renunciar a Marianne y el profundo respeto, otra forma de amor, que experimenta por su esposa, a quien sabe que hiere profundamente.
Hasta ahora, la obra de este cineasta regido por un ideal de estética pura podría agruparse bajo el titulo de Batalla en el cielo: en el cielo se libran las verdaderas batallas que conmocionan el alma del protagonista de Japón, del secuestrador de Batalla en el cielo o de Johan; el horizonte de esa lucha es el desierto y los campesinos del estado de Hidalgo, la carne del Mexicano urbano, o el espectacular paisaje de Cuauhtémoc Chihuahua.
Es a esta lógica de percepción sensible, la traducción más exacta del término griego, que la “estética” de Reygadas impone el encuadre exacto, y el cuadro exige su propia textura y su luz. Algún día Luz silenciosa dará para un estudio serio sobre la utilización de la luminosidad, la inevitable presencia de los pintores holandeses del siglo XVII que surge casi por accidente, porque la traen consigo los menonitas y porque con esa luz alumbran su comunidad.
En Luz silenciosa Carlos Reygadas consigue la maestría del círculo, del ritmo de los ciclos del principio y del fin, con ese espectacular amanecer que con que se inicia la película y que logró filmar con una combinación lumínica (cinefotografía de Alexis Zabe) y movimiento de cámara en tiempo real.
Por su desenlace milagroso, obvia alusión a Ordet de Carl Dreyer, o su vocación contemplativa a lo Tarkovski, a estas alturas resulta superfluo hablar de influencias en el cine de Reygadas de esos grandes directores, la palabra adecuada sería “filiación”.

4. DE LA PRIMERA A LA SEGUNDA ESTADÍA DEN GINEBRA (1536-1541)
Georg Plasger


En Basilea, Calvino toma el seudónimo de “Lucianus”, un anagrama de la forma latina de su nombre, Calvinus. Sigue trabajando en su catecismo para los reformados de habla francesa. Termina la obra en agosto de 1535 , y se imprime en marzo del año siguiente. Aparte de la redacción este catecismo que titula Institutio christianae religionis (Institución de la Religión Cristiana), sigue estudiando la Biblia, las obras de Martín Lutero, Felipe Melanchton y Martín Bucero. A más tardar ahora aprende hebreo y lee los escolásticos. Debe haber trabajado muchísimo.
En abril de 1536, justo después de la publicación de su Institutio, Calvino viaja a París para ver a sus hermanos. De ahí quiere seguir a Estrasburgo donde espera encontrarse con Bucero y otros correligionarios. Sin embargo, no puede tomar el camino más directo porque una vez más el rey Francisco I. de Francia y el emperador Carlos V. estaban en guerra. Así es que va por Lyon y Ginebra, con consecuencias considerables. Porque justamente ahí en Ginebra se produce el famoso encuentro entre Guillermo Farel y Juan Calvino. Este último lo describe así:

El camino más corto a Estrasburgo, adonde me quería retirar, estaba cerrado por la guerra. Por eso pensaba estar aquí (en Ginebra) sólo de paso, sin quedarme más que una noche. Aquí, poco antes el papado había sido abolido por este hombre recto que mencioné antes (Farel), y por el maestro Pierre Viret. Pero las cosas todavía no evolucionaban como correspondía, y entre los ciudadanos existían feas disidencias y partidismos. En ese momento me descubrió un hombre [du Tillet] y me presentó a los otros. En consecuencia, Farel, quien estaba iluminado por un maravilloso celo de fomentar el Evangelio, hizo muchísimos esfuerzos por retenerme. Y cuando supo que yo quería mantenerme libre para mis estudios privados, y cuando vio que con ruegos no lograba nada, empezó a maldecirme: que Dios condene mis estudios y mi tranquilidad si yo me retiraba en una emergencia tan grande y no apoyaba la Reforma. Estas palabras me perturbaron y asustaron profundamente, tanto que renuncié a mi viaje planificado. Pero consciente de mis temores y mi timidez, no quería por ningún motivo ser obligado a asumir un cargo determinado.“ (Juan Calvino, Prólogo al Comentario de los Salmos).

La Reforma había sido introducida en Ginebra en 1535. Farel ya había logrado muchos cambios. Pero como la Reforma había sido impuesta por el Consejo de la ciudad también para lograr una mayor independencia de los obispos, faltaba arraigar sus contenidos. El partido católicorromano seguía con mucha influencia, y Farel solo estaba sobrepasado. Así es como Calvino se queda en Ginebra, ni como pastor o predicador, sino como "lector de la Santa Escritura en la iglesia de Ginebra“. Muy luego, sin embargo, es invitado a predicar y a apoyar la formación de la iglesia. En 1537, Calvino envía una propuesta para la reorganización de la iglesia al Consejo de la ciudad. Aquí se puede observar una característica básica de la Teología de Calvino: su prioridad es siempre la forma que tiene la iglesia, y por lo tanto, cómo vive. No adhiere al concepto de los bautistas que consideran la iglesia como una comunidad exclusiva de los elegidos. La iglesia es, más bien, es más bien, según Calvino, la comunidad de los fieles que se comprometen con ella libremente. Calvino y Farel redactan una confesión en francés (Confession de Foi) que debe ser firmada por todos los habitantes de Ginebra, "para determinar quién quiere profesar el Evangelio y quién prefiere pertenecer al reinado del Papa en vez del reinado de Cristo“. Calvino introduce más cambios: A partir de ahora, en los cultos se cantan salmos, hasta el día de hoy día una característica de las comunidades reformadas en todo el mundo. Se introduce la catequesis, y se redacta un catecismo, mucho más corto que la Institutio y muy parecido al Catecismo Menor de Lutero.
Pero las propuestas reformatorias de Calvino son difíciles de aceptar para el Consejo, y las aprueba sólo después de muchas vacilaciones. El conflicto estalla cuando se solicita a los ciudadanos de Ginebra firmar la confesión preparada. Muchos no lo quieren hacer, y las tensiones entre católicos y evangélicos aumentan a raíz de este experimento fracasado. Fue un error de Calvino insistir tanto en las firmas. Crece la resistencia hacia él. En 1538, los partidos de oposición de tendencia más bien católica ganan terreno. Aparte de la inquietud generalizada en la población, los anabaptistas causan otros problemas más. Surgen acusaciones graves contra Calvino y Farel, p.ej. que Calvino sería un adherente a la antigua secta de los arrianos, que niega la naturaleza divina de Cristo.
Esta afirmación no puede tocar a Calvino que es un teólogo lejano al arrianismo. Ni siquiera responde a los reproches, por lo cual el asunto es llevado a Berna (con la cual Ginebra a firmado un contrato de ayuda mutua) donde la actitud de Calvino es vista como sospechosa. No hay consecuencias, pero la posición de Calvino en Ginebra se debilita por las imputaciones. En las elecciones de 1538 gana la oposición, y el nuevo Consejo prohíe que Calvino y Farel prediquen el Domingo de Resurrección. Calvino y Farel predican igual, y son destituidos de sus cargos. Dentro de tres días tienen que abandonar la ciudad. El tiempo en Ginebra parece un episodio corto; fueron apenas dos años que Calvino pasó en la urbe.
Calvino desea retornar a Basilea y seguir con sus estudios, mientras Farel es llamado a Neuchâtel en julio del mismo año. Los amigos critican a Calvino por ser muy obstinado. El mismo admite haber actuado demasiado voluntarista. Decide, por ende, no aparecer más en público sino optar por la vida retirada de un científico. Durante un buen tiempo, rehúsa acceder a la solicitud de la ciudad de Estrasburgo de ocuparse allá de los refugiados franceses. Por fin decide ir, especialmente debido a la insistencia de Martín Bucero y Wolfgang Capito. En 1538, Estrasburgo es uno de los centros más importantes del protestantismo alemán. Bucero y Capito se mantuvieron teológicamente independientes aunque se habían adherido, en 1536, a la Reforma de Wittenberg. Bucero es considerado como el líder más imprescindible de las negociaciones del partido evangélico.
www.reformiert-online.net/t/span/bildung/grundkurs/gesch/lek3/lek3.jsp

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...